viernes, 23 de marzo de 2018

Futbol. MAGIA Y PUEBLO? RENÉ


Tal vez para no desentonar, me entero de la partida de René Houseman por la radio, manejando hacia Ezeiza.
Los jugadores de fútbol, se sabe, suelen abandonar el rectángulo de juego siendo jóvenes, mucho antes que la vida los abandone a ellos.
Pasa con algunos que los años que siguen al retiro inciden como una lima: sus conductas, sus decires, su dificultad para ser uno más, terminan dejando en el olvido sus proezas.
No es el caso de los grandes, menos el de Houseman. Una nueva salida, un toque, una devolución, una asistencia, un gol imposible, otro que se gritó antes, dado quien llevaba la redonda, el bordado inexplicable de la pelota adelantándose un poco a los pies entre cuerpos desairados, cada uno de esos momentos queda en la memoria y la retina de quienes los vieron desde la alambrada, o en la tribuna, o en una tv al paso, con amigos. Incluso en quienes en parte los construimos a la escucha de una radio o de un relato y los reconocemos cuando al fin alguna filmación los actualiza: el extraño reconocimiento de volver a ver lo que sólo imaginamos. 
Houseman, el jugador, Houseman, el tipo, el mismo que nos pegó un baile a los cuervos junto a un equipo soñado, en los últimos días del Gasómetro. 
Magia y entereza en partes iguales. Houseman, el mismo que en la cancha salía por donde no se esperaba, en la vida siempre actuó como se esperaba: de frente, sin agachadas, corriendo todos los riesgos hasta el exceso. 
Houseman, el que dijera " si yo tuviera guita me compro una villa", el único que volvió de una gira sin un mango porque se los gastó todos hablando por teléfono con sus amigos de la otrora villa de Bajo Belgrano. Si, la misma villa que trataba de copar el C.D.O. en los '70, la que vio pasar los Falcon cuando me levantaron a unas cuadras, en el '74. René, el que sufrió con su arrasamiento y supo convivir con el nuevo paisaje caminando con la camiseta de Excursionistas por las calles, las mismas, pero ya otras. 
En 2013 fue fiscal para la lista de Cristina. Se lo tomó tan en serio, se dice, que madrugó de más y al llegar a la escuela no había nadie, solo Él ( "la única vez que madrugue", dijo el Loco, siempre lejos de los horarios profesionales). 
Una vez le pasó la pelota a Nora Cortiñas en un partido por la vida. Justo hoy, que Norita cumple 80 años de dignidad, René se nos va con sus 62 a cuestas. 
La última década tal vez le alargó la vida a Houseman: por fin volvían los valores y actitudes que sintió en falta en tiempos de dictaduras y egoísmos. Hasta siempre René, COMPAÑERO.

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