lunes, 25 de diciembre de 2017

GRIETA O CONCILIACIÓN: UNA REFERENCIA DESDE ESPAÑA



Se llama Cristina Fallarás. Es periodista, española y hace su intervención "El día que la prensa dejo de oírnos" en la Universidad de Verano 2017, de Podemos. https://m.facebook.com/story.php?story_fbid=10213637910929776&id=1464005976
No habla de Argentina, pero su presentación nos presta una gran ayuda para saber qué es "la grieta" y de qué males salvó al proceso popular en nuestro país: nuestro pueblo no aceptó olvidar ni transar con quienes lo agredieron: Ni en la fusiladora, ni en el '73, ni en el 83. Es la grieta.
Y también nuestro pueblo castigó con su distanciamiento a quienes quisieron hacerlo desde posiciones de poder. Es la grieta.
Cuando venían a pintarnos el Pacto de la Moncloa como la panacea de la democracia, incluso personas valiosas, como el juez Garzón, no podían comprender el rechazo que causaban. Lo que no comprendían en aquellos años es lo que con tanta enjundia dice esta mujer: si aceptaste no castigar el genocidio te haces, como dirigente político pero tambien como pueblo, cómplice del genocida.
Y el discurso anestesiante, más bien "amnesiante" de los medios te es necesario para tomar distancia de esa complicidad y de la culpa que involucra.
Los primeros desaparecidos del franquismo desenterrados, lo fueron después del 2000. Ello provocó la separación del Partido Comunista de quienes investigaron y dieron con los cuerpos y la toma de conocimiento de un mito arraigado en los habitantes del pueblo cercano al bosque donde sucedieron los hallazgos. Los padres les decían a sus chicos que no vayan al bosque porque allí había fantasmas.
Tal la derrota provocada por el franquismo a aquel pueblo valeroso: la necesidad de sobrevivencia obligó a borrar de su memoria lo que por su magnitud hubiera parecido imposible de esconder. Millones de asesinados, asesinatos masivos a la vista de todos, a plena luz del día, miles y miles de chicos robados, idiomas silenciados, una monarquía restituida y eternizada. 
La salida del franquismo dio a la dirigencia politica la posibilidad de romper con esa solución de compromiso e ir por, verdad y justicia.
Pero eligieron la Moncloa y condenaron a buena parte de su pueblo a mantenerse en el marco del discurso negacionista y conciliador de los medios. Seguro la excusa que se dieron y dieron a su gente fue la gobernabilidad, la unión de lo que no debió dividirse, la vuelta a la civilización europea (y su mercado). En fin.   
No es que aquí no se intentó. Se hizo, con fuerza, con carapintadas y medios. Alfonsin resistió a la entrega hasta que creyó, lamentablemente, que ya no era posible hacerlo, a pesar del pueblo rodeando los cuarteles y con la mayoria opositora acompañando su resistencia.
Menem probablemente no creyó que embarcaria a su pueblo en la conciliación pero fue por ella sin apoyo porque la necesitaba para su entrega total.
Néstor, por fin, lo puso en palabras. Su pedido de perdón desde el Estado es también  un reconocimiento: la dirigencia política no estuvo a la altura de la actitud popular que, aún  con todas las debilidades que le dejara el genocidio, se había mantenido fuera de la conciliación.
Justo Néstor pidiendo perdón cuando nunca guardó silencio. Pero su gesto retomaba en la conciencia lo que siempre estuvo, la resistencia, y lo unía con la convalidación desde el Estado: castigar al genocidio no sólo es un imperativo moral, también es el soporte de toda legalidad y una obligación para el gobernante. Ese es el interlineado de su discurso y se necesitaría mucho más que medios negacionistas para borrar su efecto en la conciencia popular.
Tanto que ni el gobierno macrista, claramente constituido desde los poderes que promovieron, participaron y se beneficiaron del genocidio, puede desdecir la fractura que aquel discurso de Néstor y los juicios terminaron de convalidar en la conciencia popular.
Si allá se legitimó una convivencia que paraliza y somete, aquí se legitimó una ruptura que a pesar de derrotas parciales permite movilizar democracia.
Así, los dos mayores golpes que ha sufrido Cambiemos en la consideración popular son el 2 x 1 (bien que amortiguado por su origen:  la Corte) y el combo saqueo-represivo que montó con la Ley Previsional.
La grieta que les preocupa no es la unidad nacional, es el rechazo que aún tiene nuestro pueblo contra el lugar que Cambiemos le asigna en nuestra democracia y contra las prácticas que Cambiemos no puede evitar tener, ya que están en su esencia y las necesita para concretar su proyecto de exclusión.
No hay en estas consideraciones ningún juicio sobre el pueblo español. Combatió y resistió contra una de las dictaduras más criminales, oscurantistas y aislacionistas de la historia hasta donde pudo. Tampoco hay intención de responder a la pregunta que deja la periodista: Como salir de ese cerrojo mental y político? Sólo allá puede encontrarse.
Pero queda claro que acá nuestros problemas son otros, también nuestros recursos.
Lo que los voceros de esta nada democrática derecha que padecemos llamaron "la grieta", esa escisión que quisieran eliminar entre el pueblo y los genocidas, entre su historia y su comprensión de ella, entre su identidad resistente y el modelo de sometimiento que pretende Cambiemos.  Mantener esa grieta es tan necesario como unir a todos los sectores y fuerzas que, por un motivo u otro buscamos sostenerla y profundizarla.

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