lunes, 21 de septiembre de 2015

CHACO- TUCUMÁN: LA NULIDAD DE LA OPOSICIÓN

El día de la chirinada de la Cámara tucumana, a propósito de mi planteo sobre la "venezuelización"  de la oposición, un compañero me proponía hablar de "golpe blando".
Como coincidíamos en que ambos hablábamos del uso de las instituciones para accionar de modo antiinstitucional y antidemocrático, me pareció oportuno no hacer una cuestión de nombres y proponerle que cada uno use el que le resulte más afín.
Con el fallo de la Corte Suprema tucumana dejando sin efecto la "nulidad" a menos de una semana de producida, veo conveniente revisar la cuestión de fondo.
Un "golpe blando", si tal categoría se aceptara, es lo que le hicieron a Lugo en Paraguay, a Zelaya en Honduras . Los grupos de poder, con capacidad para sumar aliados internos y externos, aprovechan la débil acumulación politica del movimiento popular, su insuficiente unidad y capacidad de movilización, para derrocar al gobierno mediante la utilización de instituciones. Una conjunción del poder judicial y el legislativo manipula la legalidad de modo de derrocar a presidentes que no son enteramente funcionales a los intereses de las oligarquías locales y los dictados de EEUU.
Lo de "blandos" no obsta que el pueblo haya tenido que aportar su cuota de sangre. Masacre de campesinos para involucrar de modo amañado a Lugo, a la vez que resolverle algún conflicto al principal grupo latifundista de Paraguay (Jorge y Blas Riquelme, no nuestro genio Román). Muertos en las movilizaciones contra la destitución de Zelaya. En fin, que lo de la blandura resultaría por comparación con Videla, Castelo Branco o Pinochet, no porque la destitucion no se valga de asesinatos.
Ahora bien, ¿por qué no hay que incluir la chirinada tucumana, el uso perverso del suicidio de un fiscal venal y cosas por el estilo en aquella dudosa categoría de blandura?
Porque la condición principal de esas destituciones es una correlación de fuerzas desfavorable para el campo popular, desnivel en el que tallarían recursos hegemónicos importantes del lado de las oligarquías, dificultades para articular alianzas y sobre todo, DIFICULTADES PARA GOBERNAR, del lado del pueblo.
Pues bien, desde los 9 puntos de las Naciones Unidas hasta el triunfo kirchnerista en el Chaco, desde Cristina en lugar de honor en la misa de Francisco en Cuba hasta los recientes fallos contra Griessa, todo concurre a confirmar que no son esas las condiciones en que se debate la puja de intereses en Argentina. Tenemos todas las limitaciones de un proceso popular que prospera a pocos años de un genocidio, una derrota bélica y la destruccion neoliberal. Pero también tenemos toda la fortaleza de un proceso popular que se asienta en las raices más soberanas de nuestra historia, en un movimiento que ha sabido por más de setnta años resurgir de cada derrota con nuevos bríos de cambio y distribución de derechos y riqueza.
Tenemos como antagonista a una oligarquías que ha roto casi todos sus lazos sociales y sólo busca gobernar para expoliar y rapiñar. También tenemos todas las limitaciones de quienes no tenomos más remedio que tejer solidaridad y sentido colectivo en el marco del sistema más individualista y explotador de la historia. Pero dentro de esa difícil ecuación somos gobierno, contamos con el apoyo de la mayoría del pueblo, aglutinamos a las mejores voluntades e inteligencias de nuestra sociedad, no sólo somos más solidarios, humanos y comprometidos con el futuro colectivo, tambien somos más eficaces para potenciar las recursos conque cuenta el pais.
Con este marco, podemos ver dichos golpes "blandos" como un riesgo cierto a futuro, pero de ningún modo podemos convertir cualquier aventura estúpida del antigobierno en "el" golpe blando o suponerlo un riesgo inminente.
Los cuatro o seis párrafos de enojo que la presidenta le dedicó a la Corte tucumana sin siquiera preocuparse por nombrarla dan la pauta de cuál es nuestra realidad y cómo reaccionar frente a ella. Hace unas semanas comenté la "Carta 20: "Las urnas y el fuego: el trabajo de los símbolos",  de Carta Abierta y dije que ponía el carro delante del caballo.
La Carta, a propósito de las maniobras sucesivas que viene realizando la oposición frente a las también sucesivas derrotas que le estamos propinando, decía en su primer párrafo que "(...) quienquiera que haya quemado urnas ha producido un efecto simbólico que paraliza a la sociedad(...)" , para luego extenderse en los espasmos opositores sin contextualizarlos en el hecho que estos se producen porque los estamos derrotando en toda la línea.
Pues bien, con lo expuesto queda claro que la conjunción entre la mayor concentración popular post/83 en Tucumán, el triunfo en el Chaco, la derrota judicial del fraude camarístico, la tranqulidad y poco desgaste con que el gobierno resolvió esta situación demuestran que estamos tan lejos de la parálisis social o gubernamental como del golpe.
Y no hay que olvidarse de la fabula del pastorcito

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