viernes, 14 de agosto de 2015

SOJEROS E INMOBILIARIAS: de incendios e inundaciones



Ponele. Que un día alguien viene y te incendia tu casa.
Estás escapando entre las llamas con lo poco rescatado y el incendiario denuncia al gobierno porque no te colocó un sistema antincendios.
¿Imposible?
La patria sojera, en tren de aprovechar campos, apela a cuatro medidas que nos afectan a todos
- Canales clandestinos para drenar sus terrenos bajos cuando las lluvias los cubren de agua
- Apropiación por compra de tierras de menor valor por tener zonas a internas anegables. Luego, drenaje de esas zonas a través de canales clandestinos
- Tala de bosques para usar esa tierra para el cultivo de soja. Luego, disminución de la capacidad de retención de agua de los terrenos. En tierras más pobres, desertización
- Siembra directa. Los terrenos se van compactando, lo que reduce su absorción,  salvo en cada hueco en que se pone la semilla
La primera medida es ilegal, pero si la economía de tu zona depende en buena medida de tus negocios, es probable que se pase por alto hasta que se sufran las consecuencias.
La segunda comienza siendo legal, pero presupone un delito posterior, como quien compra efedrina previendo que fabricará luego anfetaminas.
La tercera y la cuarta son legales.
El negocio inmobiliario, más allá y en los bordes del "segundo cordón", comenzó aprovechando el empobrecimiento de hortelanos y pequeños productores agrícolas comprándoles a precio vil hectáreas que ya no rendían lo esperado por cultivo.
El paso siguiente fue cercarlas y lotearlas para que nuevos ricos y no tanto refugiaran su exclusividad en barrios cerrados.
Conforme los pequeños propietarios sobrevivientes se fueron anoticiando del negocio y aumentaron de precio sus terrenos, el negocio derivó a ir comprando, cuando no cercar tierras públicas, humedales, lagunas temporarias, etc., para luego rellenarlas, elevar su cota por encima de los terrenos circundantes y seguir lucrando con más barrios cerrados. Otro cruce entre legal y no legal.
En tanto, con las tierras encarecidas hasta lo indecible y con empleos y sueldos reducidos, los más pobres que pudieron afincarse tuvieron que hacerlo en tierras bajas, cerca de ríos y corredores de desagüe, expuestos a inundarse conforme lloviera.
No faltaron los emprendimientos sobre costa de pajonales desde el Tigre hasta La Boca, inmobiliarias e intendencias mediante.
Agreguemos intendencias que “dejaron pasar” para no aumentar en lo inmediato desocupación y caída de fondos por impuestos.
Con eso se completa la acción corporativa que potenció con los efectos del actual calentamiento global y la permanente realidad de una pampa húmeda rica pero con poca pendiente y posibilidad de desagüe. Si hubiera dudas, conviene leer el artículode hoy en La Nación sobre Sanford y Casilda
¿Y lo del incendio?
La Nación (la misma del artículo), Clarín (sí, el de Aranda, el que hizo 7 km de dique en los Esteros del Iberá), la SRA, buena parte de la oposición, se asocian para “denunciar” a gobierno nacional, provincial y municipales por no resolver una inundación que ellos causaron con negocios legales e ilegales.
Como siempre estaremos la mayoría de los argentinos, acompañando y ayudando a los afectados. Pero ya cumplida esa tarea, sería hora de ir por justicia y proteger de una vez por todas a los afectados de siempre.
De la memoria se encarga, hagamos lo que hagamos, el agua. Lo suele decir StellaMaris Alló: el agua tiene memoria.




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