martes, 19 de mayo de 2015

Piombo, pedofilia y perversión



PEDOFILIA 1: Veo "Mad Max" en pantalla gigante en familia. Al salir, mi hija Laura me hace notar que cada vez que una de las esclavas sexuales y reproductivas decía que el jefe de los malos es un "pedófilo" el subtitulado lo traducía como "malo".

¿Será que la empresa que subtituló no quiere que los no-estadounidenses sepamos que por aquellos lares estas cosas se conocen, se hacen y se nombran? ¿Será que le parece terrible que un tipo que esclaviza, roba identidades, mata, estafa a su pueblo, roba, viola, también se lo hace a menores? ¿O será tal vez que la empresa tiene un interés particular en que ese tema, que lamentablemente abunda en todos los países y en todas las clases, no se menee?

No tengo respuesta pero hay que decir que, desde el punto de vista social, un modo de habilitar una perversión tan extendida es silenciarla.  

En alguien el goce se antepone a todo vínculo social, no ama como semejante ni como padre, su forma de vincularse es el sometimiento de quien toma como objeto de abuso. Quien confunda esta perversión con la mera “maldad” está hablando de su propia sexualidad, la presente y la que supone de su propia infancia.

PEDOFILIA 2: Los jueces Piombo y Llargués redujeron la pena a un pedófilo, considerando que no corresponde considerar el agravante de "gravemente ultrajante" porque este violador no habría sido el primero en violar al chico.

Obviando si esto es o no cierto (el abogado del chico dice que el padre del mismo nunca pudo haberlo violado ya que estaba detenido desde los primeros años de su hijo) es necesario considerar que hay un segundo abuso sobre este chico: el de estos dos jueces.

No sólo renuncian a la obligación de cualquier adulto en una sociedad que se precie de tal: proveer al cuidado de los chicos, asegurarles su bienestar y su futuro.

También incumplen su obligación como funcionarios y como jueces, que es la protegerlo de toda agresión y, en caso de haberla, sancionar como corresponde a quien lo agrediera.

Pero, esto es lo peor, porque con su decisión le dicen a este chico y a todos los chicos de este país que en Argentina pueden ser objeto de sometimiento, de abuso, de agresión de cualquiera, ya que no sólo hay violadores, también hay jueces y camaristas tan perversos como para encontrarle razones a una pena indulgente, atenuar el castigo correspondiente, culpabilizar a la víctima, o lo que sea necesario.

Para abundar,  Piombo justifica la falta de gravedad ultrajante en  ”esa familiaridad  que el niño ya demostraba en lo que a la disposición de su sexualidad. En todo caso y a esa corta edad, transitaba una precoz elección de esa sexualidad ante los complacientes ojos de quienes podían (y debían) auxiliarlo en ese proceso” esto abre a la vez dos preguntas, tanto sobre la lógica de quien fala como sobre su sexualidad.

La primera: ¿qué "auxilio" pueden bridarle los padres a un pibe que parece ir hacia una vida sexual diferente de la esperada? ¿Castigarlo? ¿Forzarlo a una elección? ¿Condenarlo?

La segunda. Si fuera cierto que a los 6 años ya ya se hubiera definido la orientación sexual de un chico: ¿para quien resulta homosexual una violación será “más comprensible que para quien vaya por el camino de la heterosexualidad?

Antes, estos mismos dos camaristas habían atenuado la pena a un pastor, año 2011, porque las chicas pobres de la edad de las que fueron abusadas, " tienden a tener relaciones a edad temprana". Eso disminuía, en su consideración, la perversión del acto del pastor.

Una corte provincial rechazó ese fallo, pero ¿qué le impidió percibir  que estos jueces ubican sus fallos del lado de la perversión?
En uno y otro caso, Cámara y Corte, no hablo de venganza, de cercenamiento de derechos, simplemente se trata de preservar de su conducta perversa a las víctimas y al mismo violador. Esconderlo bajo la alfombra no es indulgencia, es entrar en su perversión.
Estamos en el país de la apropiación de identidades, de los pibes recuperados. También este es el país en el que su Suprema Corte no considera de lesa humanidad los tormentos que otros pibes sufrieron en Malvinas.  ¿Qué país elegimos entonces para nuestros pibes, para todos?

Poco importa que violadores y los jueces "flexibles" ante una violación sean una ínfima minoría: es tal la magnitud de la acción y tanto el peso institucional de quienes (¿por irresponsabilidad? ¿Por estupidez?  ¿Por afinidad?) fuerzan el derecho, la moral y la razón, que sólo un juri de enjuiciamiento y la sanción correspondiente para quienes hacen esto último puede hacer que nuestros chicos se sientan en un poco en la sociedad que pretendemos: la del respeto a los derechos de todos, sobre todo de aquellos que necesitan de la mayoría para ejercerlos