miércoles, 11 de junio de 2014

CLUB DE PARÍS, ¿DONDE ME PONGO?

Leo en el sitio de la URONDO un artículo de Pablo Ferreyra "CLUB DE PARIS, POCO QUE FESTEJAR" En tren de no festejar,  Ferreyra manifiesta (…) La primer medida (De Kiciloff) fue devaluar (…) llevándose puesto el consumo popular
No conozco ningún estudio serio que muestre un retroceso significativo de la participación de los sectores populares en la distribución de la riqueza a raíz del paquete económico puesto en marcha de los últimos 6 meses. 
Agrego que la finalidad del "paquete"fue enfrentar el cuello de botella creado por la conjunción de dos factores: la política de multinacionales y/o agroexportadores de realizar sus ganancias en el exterior, sumada a las consecuencias de más de una década de desarrollo impulsado, no desde una mesa de arena sino desde la confrontación y negociación permanente con los diferentes sectores del empresariado (también sectores medios y hasta trabajadores). Lejos de las certezas de la planificación y logros que todos esperaríamos de la misma, esta es una época, lo sabe el imperialismo, lo saben los economistas de cualquier signo, lo saben nuestros mejores dirigentes nacionales y regionales, en la que cada paso está signado por la disputa del momento y es el campo popular, en el mundo y en la región, el más condicionado para darla. 
No espero que el autor coincida con este diagnóstico, pero sí que si cuenta con un estudio que demuestre tal retroceso distributivo sería adecuado que la exhiba de manera exhaustiva. Es lo menos que se puede esperar de un legislador electo por el voto popular y que lo fue en nombre de una fuerza cuya conducción estratégica cuestiona en el artículo. Mucho más si en nombre de sus consideraciones se permite vaticinar nuevas devaluaciones ("¿subidón?"), como si el causante de las mismas fuera la política del gobierno y no la resistencia de los sectores más concentrados a compartir el ingreso con los más postergados.
Lejos de confirmar a las previsiones del compañero, la devaluación fue acompañada de medidas tales como el PROGRESAR, los Precios Cuidados, etc., tendientes a evitar los efectos regresivos de anteriores devaluaciones. Y lo hizo con tal resultado que, como comento en enero de 2014  en “Devaluación con inclusión, un nuevo desafío”  “La política del gobierno puso en duda un mito arraigado en la cultura política argentina, el de que toda devaluación sería perjudicial por sus efectos regresivos en la distribución del ingreso y el desarrollo y la soberanía,” 
Lejos, muy lejos del antagonismo inicial entre “única salida” y “bueno para el país”, que denuncia de entrada Pablo, la forma en que el gobierno encaró la devaluación demuestra que nunca hay para los gobiernos, sobre todo para los gobiernos populares una “’única salida”, sino un menú compuesto por aquello que permite la correlación de fuerzas, los objetivos y demandas que el pueblo considera prioritarios, los ejes en que hay una gran comunión entre pueblo y gobierno y aquellos que aún ésta no se produjo, etc. Y demuestra también que en la mayor parte de las devaluaciones anteriores no es cierto que se hayan producido como se produjeron ”porque eran la única salida” sino porque esos gobiernos priorizaron al devaluar, por temor, derrotismo o complicidad, los intereses de la oligarquía.
Una consideración más sobre la devaluación. Pablo afirma que “la medida disparó además una estampida de precios por parte de las patronales para recuperar su tasa de ganancia en dólares.” Hasta los supermercadistas chinos saben que los aumentos de precios no “se dispararon” sino que fueron instrumentados por los monopolios formadores de precios disconformes con las condiciones de distribución del ingreso que mantenía el paquete de medidas. No hay, esto no es chicana, problemas con que a veces los argumentos de uno coincidan con los de TN o Melconian, lo grave es que uno no se pregunte por qué sucede ésto y si está seguro que los argumentos son válidos explique el motivo de la coincidencia.
Yendo a la cuestión de fondo del artículo, SI HAY MUCHO PARA FESTEJAR. El acuerdo con el Club es absolutamente ventajoso respecto a cualquier acuerdo de esta época entre un país emergente no amigo del imperialismo y sus acreedores. Ese el primer rasero a considerar respecto al acuerdo. No incluye el monitoreo ni condicionamientos del FMI, ajusta los pagos al crecimiento argentino, no recarga los intereses por sobre los de plaza, no exige reducción de la inversión social, estatal, etc. Qué no darían los pueblos de Irlanda, España o Grecia por esas condiciones. 
Pero además, hay que festejar que este acuerdo con el Club de París no hubiera sido posible sin la derrota del ALCA, sin la UNASUR, sin la disputa con los fondos buitres, sin la combinación de posiciones de fuerza, negociaciones, postergaciones y apuros que vienen signando la acción de los gobiernos populares de América Latina. Ayer, cuando las prioridades del imperialismo permitieron nuestra irrupción y avances como estos, hoy, cuando el imperio gira su mirada hacia nuestra región y trata de avanzar cooptando a los más débiles o cómplices y de limar hasta derrocar a los gobiernos que constituyen un mal ejemplo mundial frente a sus políticas de ajuste: Venezuela, Argentina, Bolivia, Ecuador, Brasil. Con este marco ¿Cree Pablo que Fidel, Evo, Maduro, Dilma, Correa y hasta Santos no consideran un triunfo esta negociación?
Una consideración más: Pablo achaca como otro defecto de nuestra política que “ no cuestiona la tasa de ganancia y la disposición a invertir de las grandes empresas que operan en nuestro país" 
¿Cree el legislador que Kiciloff no aprieta más a las empresas por miedo o complicidad? O, peor aún: ¿cree que Cristina no lo deja?¿Diría que tampoco lo hace Dilma porque permite las megaganancias de los empresarios paulistas y cariocas, de los latifundistas y de los desmotadores del Amazonas? ¿O Maduro, por permitir las del capital financiero, los sectores industriales que no lo confrontan en público, los terratenientes? ¿O Evo, que sigue conviviendo con los terratenientes del bajo y su opulencia? ¿Qué supone que deberíamos hacer? ¿Confiscar, estatizar y distribuir sin más? ¿O continuar el tira y afloje actual hasta que la balanza se vaya inclinando para nuestro lado o al menos no se incline demasiado para el contrario? Porque estos gobiernos, de los que se puede decir que han desarrollado la tarea más gigantesca a favor de los intereses populares, la soberanía y el desarrollo que se haya producido desde las luchas de la independencia, sobreviven y avanzan porque se desplazan dentro del marco de lo posible, apegados a las convicciones y estado de ánimo de sus pueblos, en un mundo en el que el imperialismo reestablece su control y hegemonía a fuerza de garrote y control financiero.
Ah! No me parece mal que se abran discusiones públicas en el espacio K. Sí que, sin beneficio de inventario, se asuman posiciones antagónicas con lo que el kirchnerismo viene haciendo desde hace más de una década.

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