sábado, 9 de marzo de 2013

Chávez y su pueblo: verdad popular, superstición y relativismo

1- La película es "Mama" (Así, "Mama" sin acento, concesión que le hago a mi hija, ver juntos una de terror, berreta y cursi como pocas). Desde la cola frente a la boletería veo - casi adivino, con mi presbicia en la distancia shopping- reparo a unos treinta metros en la pantalla de un plasma, en la que se recorta la silueta de Feinmann, filósofo pre-tesis11 . 
Es TVR, pienso a la vez que le digo a Laura "¿qué boludez estará diciendo?". Lo digo, no sin algo de temor ya que el tipo dice cosas que, por imperio de varios malentendidos, alguna gente no avisada piensa que es lo que pensamos todos los K. 
2- Cuando ya creo que voy a quedarme con la duda me llaman al celular. Es Claudio. Lo saludo, le digo qué estoy haciendo, dónde, con quien y él me dice "ah, yo también lo estoy viendo" y con eso confirma lo peor. "¿Qué dijo?", pregunto. "Le preguntaron cómo creía que iba a ser recordado Chávez en el futuro y José Pablo dijo que `los medios, sus opositores lo recordarán mal. Quienes están por la distribución de la riqueza, etc., muy bien. Pero, agregó Feinman, ´la verdad no existe. Es parte de una confrontación, de acuerdo a quién gane será cómo se lo recuerde´". 
Claro, ya lo dijo Nietzsche: "LA VERDAD ES UNA CONSTRUCCIÓN DE PODER". Pero si uno dice que es una construcción de poder no está diciendo que no existe: lo que estoy diciendo es que la verdad existe de esa manera: se manifiesta nuestra verdad -colectiva, ya que de eso se trata la verdad- cuando adquirimos el poder suficiente como para compartirla, conservarla y sostenerla.  
3- Ahora bien, tenemos millones (no pongamos el número, faltan seis días de despedidas y no tenemos idea de cuántas mujeres y hombres más se van a movilizar por esas carreteras muchas veces tortuosas, a través de montañas, selvas y ríos ), millones que comparten horas de espera bajo un sol calcinante para -dicen los periodistas- pasar unos segundos frente al féretro que guarda los restos del Comandante, tenemos la concurrencia al funeral de mandatarios de todos los continentes, ideologías y alineamientos, unidos por la avidez por entender cómo se logra esa devoción, cómo nace una leyenda, cómo, por fin, lograr que su paso por el poder alcance aunque sea un poco de esa comunión entre el líder y su pueblo, tenemos a ese líder que sabiéndose en trance de muerte hizo todo lo necesario para reafirmar con el último triunfo todos los triunfos y reafirmó, al designar a Maduro para la próxima presidencia, que la verdad de su pueblo se expresa por sus decisiones, tenemos la actitud de la derecha, rabiosa hasta lo bizarro y la infamia al reconocer con sus exabruptos que no aspira a sustituir a Chávez en el corazón y las mentes del pueblo venezolano, sino que quiere mostrar los dientes, hacer saber a todos que está dispuesta a lo peor para impedir que esa marea se los lleve puestos sus estructuras, sus privilegios y su anacronismo. Tenemos no sólo soldados o suboficiales, siempre sospechosos de ser pueblo, también oficiales de baja y alta graduación, toda la fuerza armada -eso que supimos conocer como parte de los aparatos represivos del Estado y que no dejan de serlo, pero hoy involucradas con el destino de su pueblo, en esa virtualidad que genera la paridad actual de fuerzas- milicos, como siempre recuerda Hebe, recorriendo el mismo camino de sus compatriotas hasta la capilla ardiente para, como se vio en uno de ellos que pudo resumirlos a todos. uniforme impecable se detiene frente al féretro cuando ya parecía que seguía su camino, se agacha y susurra algo casi pegado a la madera lustrada, mientras la mano se apoya en el pecho, sobre el lado izquierdo, el gesto inmemorial del compromiso. Tenemos gobiernos populares en la región encabezados por estadistas de la talla de Cristina, Evo, Correa, Dilma. 
Tenemos entonces, todo lo indica así, todo el poder que se puede reunir para el pueblo dentro del viejo sistema.
¿Qué más se precisa para tomar partido por una verdad como la que afirma el pueblo venezolano y confirman gentes del común, activistas y militantes de toda América y buena parte del mundo? ¿qué más se necesita para llevarla como bandera, más allá de todas la victorias, incluso hasta aquellos momentos en los que la derrota pone todo en duda?
En el triunfo y la derrota. Porque eso de que la verdad es una construcción de poder no sólo se refiere a cuando vamos ganando o sacamos un empate. No es una cuestión de éxito, rating, "trunfo". ¿Cuantos años de realización popular pudo tener el pueblo argentino en los casi 70 años que van desde 1945 hasta el presente? No llegan a veinte contra décadas de dictaduras, traiciones, democracias entregadas. Menos años, menos realizaciones, menos poder y sin embargo, cuando ya parece que esa cultura quedó reducida a cenizas, el peronismo, la gesta del pueblo por su reivindicación, resurgen desde profundidades que no podemos alcanzar en toda su dimensión. Pero están allí, existen porque fueron construidos por la acción del pueblo, permanecen. Cuando la oligarquías y sus voceros los niegan, no lo hacen ya en nombre de "otra verdad", "su verdad" en la que por supuesto algunos creen, sino que escamotean todo lo que se parezca a ello, motorizados por el temor a perder. Por eso, a pesar que en Telesur y medios amigos vimos esas columnas de chavistas casi infinitas, al momento de buscar en la web en los sitios más importantes no se encuentra una sola foto o se las encuentra recortadas,
4- Así que sí, Feinman:  para quienes estamos dispuestos a sostenerla, la verdad del pueblo existe y se recrea. Existe veces en la oscuridad de la resistencia,  de lo que se niega al olvido y la desaparición a pesar de todas la evidencias en contra, a veces en el esplendor de millones que peregrinan fuera de sus pueblos y labores para reafirmarla con sus cuerpos.
La verdad acerca del futuro de Chavez está siendo construida de ese modo colectivo y es así: Chávez junto a Bolívar componen, en la convicción de millones de mujeres y hombres, no en un renglón de diario, una línea que une la liberación nacional con la liberación  social (otras viejas verdades del pueblo que se niegan a fenecer) con la fuerza de sostenerse en doscientos años de épica popular y de reafirmarse en la marea de inclusión, integración y desarrollo que atraviesa toda América Latina. 
5- "Los filósofos no han hecho más que interpretar  el mundo, pero de lo que se trata es de transformarlo", nos dijo Marx en su tesis 11 sobre Feuerbach. Dicho de otro modo, construimos las condiciones para cambiar el mundo o le dejamos le lugar a quienes conservan el statu quo. En términos de verdad, ninguna verdad es independiente de lo que cada quien hace para construirla. .. 
José Pablo Feinmann vuelve a sincerarse: a la hora de comprometerse con aquella verdad del pueblo la reduce a una versión, con tanta sustancia como la del antipueblo.  Vuelvo a la película y me digo que la imagen de la niñita grafica la situación de algunos intelectuales en la actualidad: la chiquita, en la superstición de creer que vida y muerte son lo mismo,, en lugar de quedarse con su hermana y padres que habrán de quererla, se va con el fantasma que le quita la vida.

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